Thursday, 28 April 2011

ESQUINA DE PUERRO

Llevaba la sonrisa metida por ventilación asistida. El afán de decir que no, el uso de las frases subordinadas, la natación sincronizada, el gesto vetusto, el charco de hojalata, la mazorca despeinada, el hueso pendenciero. Mañana y los cuadraditos de mortadela mientras Félix, el apuntador, se quejaba con trago pocero, con ademán substancial, el criollo y la guerra, la sombra de Neptuno, el soliloquio existencial, la curva de la pata de la mecedora, el tresillo de piel, lágrimas de orquídea, sabina milenaria, macizo inoportuno, acento en la a, subversión y vino tinto. Como si aquella mata de acebo no fuese suficiente. Como si esa especie de esclerosis de lenguado frito, de congestión de sonidos graves, de llave del agua, ascensor público, ella y su manera de reírse, particular como la lluvia fina. Se dejaban querer de cuando en cuando, gente de provincia y mano soldadora. A veces ocurría que no les parecía bastante, el duelo por el carnicero muerto, la piedra equivocada, la garganta sin espinas, el dilatar de la noche asustada, boquiabierta, vacilante, de lados convexos, de independencia por conquistar, de cosquilla fácil.

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