I imagined people at breakfast, people who know each other intimately, probably a husband and a wife, speaking in unfinished sentences, in grunts, in coughs, as people do, particularly at that time of day. And I wondered what it would be like to sit down at that kind of dialogue, in which sentences are rarely completed and thoughts are rarely followed up and one person is not really listening closely to another. That’s all I had. And that’s when I began writing - Don Delillo
Saturday, 7 May 2011
MR. HELMANN
Llevaba gafas de cristal caro y montura barata. Se duchaba como la ducha del día de antes de enterrar a su padre. Sus besos venían por separado y se transformaban en tensión disecada. Episodios contradictorios como un determinado concierto de piano y el hecho de vestir una camisa verde. Inoportuno como un domingo por la noche. Sin recursos de pinturas acrílicas, sin botellas de zumo vacías. Sin matrícula ni camaleón, ella se hacía la dormida y en general no se mostraba interés por Mr. Helmann. La memoria, gratinando pensamientos abstractos, códigos de barras, esencias de plástico y regaderas de hojalata. Con la pregunta en la boca, desnuda, el equilibrio sobrante rehogaba en fondos de baúles, en visitas al dentista, en sonidos de tos de pecho. Por aquel entonces existía una necesidad de construir islas con playas de piedra negra. No llegaban noticias del norte ni cartas de Creta y ni siquiera ella y esa manera con la que dislocaba chicles de fresa ácida
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