I imagined people at breakfast, people who know each other intimately, probably a husband and a wife, speaking in unfinished sentences, in grunts, in coughs, as people do, particularly at that time of day. And I wondered what it would be like to sit down at that kind of dialogue, in which sentences are rarely completed and thoughts are rarely followed up and one person is not really listening closely to another. That’s all I had. And that’s when I began writing - Don Delillo
Saturday, 7 May 2011
POR QUÉ UNA ISLA
Era porque una isla. Sin precedentes, vacía de tamaño. Una isla en tetra brik donde el espacio se mezclaba con asfalto y una isla donde los rasguños en el tobillo eran incompatibles con discursos de arena y palabras de carácter general, palabras sobrantes, epítetos insulsos, faltos de pastilla de caldo de ave. Se estaba construyendo una isla con máquina tragaperras y cordón umbilical. Se buscaba una superficie plana, ajena a sonidos silvestres y a perros quemados. Más que una isla se pretendía la idea de una isla, la invitación a invasiones enemigas, la sopera hirviendo, la ilusión de yodo, el cangrejo muerto, la sobrecarga de palmeras como cortinas de raso, el barroquismo que proyectaba el galeón aparcado, el trampolín astillado, la voz eléctrica. Una isla como proposición, como abandono sincronizado, como vuelta de tuerca, la permanente en el rizo. Se trataba sobre todo de propagar el eco de manera artificial, sin caverna, sin espacios cóncavos. Una isla hecha a base de miel y paleta, de pañuelo en la frente. Una isla con andamios y cimientos de papel albal. En el fondo, más que pedir se demandaba una isla, sin daños y perjuicios, una isla por caridad, por aburrimiento. Se construía una isla negando catedrales
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