Wednesday 20 March 2013

Crímenes Ortega - Loquillo y los Trogloditas

¿Lo de la clínica y la eutanasia cómo y cuándo se le ocurre a usted?
¿Y usted no se trae un cámara para filmar todo esto? Yo es que hay ciertas cosas de las que no me gusta hablar en según qué sitios
Una mujer de la mesa de al lado, enlacada y enjoyada por igual, lleva las uñas infinitamente largas. Se toca una pulsera que parece ser de oro. Paco Ortega le pregunta al entrevistador si no le va a preguntar por aquello de Loquillo y los Trogloditas y cuando sacaron lo de Crímenes Ortega en una canción. El entrevistador le pregunta por los inicios. Paco Ortega dice que para él, en el fondo, toda historia es una historia de amor. Aunque no la de Crímenes Ortega, no. Le hubiese gustado que su tío abuelo, allá en Colombia, hubiese empezado todo aquello por una mujer a la que quiso impresionar.
Los negocios así se montan por necesidad, luego las mujeres se meten por medio y le dan color a las cosas, o se lo quitan, según la fecha del mes, pero bueno, ya me entiende. Paco Ortega habla a veces con un amago de gesto socarrón que se queda en gesto sobre todo por la falta de estatura del individuo. Sus huesos hacen de percha dentro de una camisa mal abrochada. Dentro del bolsillo asoma un paquete de Winston del que fuma cuando se acuerda.
Hay gente que se piensa que un negocio como Crímenes Ortega sólo consiste en matar y quitarse a gente del medio. Yo no lo veo así. Hay mucho más que el acto de matar, hay mucha gente detrás de la empresa, hay servicio al cliente, hay una chica que se dedica mayormente a hacer papeleo, se llama Sonsoles, una chica con carrera que piensa como un ordenador, están también los asesinos, o los verdugos, llámelos usted como quiera, estoy yo que me dedico sobre todo a las ventas, a llevar el negocio desde un punto de vista comercial. Luego está la imagen, eso que llaman marketing y que yo meto en el mismo cajón que todo lo comercial
¿Usted qué coche lleva?
Lo de la canción de Loquillo no fue algo buscado
¿Y la clínica de eutanasia asistida?
Paco Ortega se queja en más de una ocasión de que el individuo se haya presentado sin cámara. Si aquello se suponía iba a ser un documental sobre la empresa esperaba un cámara como mínimo, un técnico de sonido, alguien que se encargase de iluminar la escena.
Esto es un negocio como otro cualquiera. La gente se piensa que somos como el Conde Drácula o algo así, que vivimos en las penumbras, que somos gente rara, gente sin corazón y sin respeto por la vida humana cuando en realidad es todo lo contrario. Si usted se para a pensar… Paco Ortega se queda pensativo y deja el pensamiento colgado en el poco aire que circula por el hall de la pensión Ambos Mundos. Si usted se para a pensar, dice dejando la mano abierta, pensando eso mismo que le sugiere al interlocutor que piense, frenando un poco el tiempo, con la saliva en punto muerto, haciendo patente el amarillo dental, la baba intercalada, el ojo que mira pero no ve… y todo para decir eso, si usted se para a pensar en realidad lo que hace Crímenes Ortega es un sacrificio por la humanidad, mucha gente le llama a esto el trabajo sucio, yo discrepo, esto es un trabajo tan noble como el que más, matar así por así, asesinar a personas que no conoce uno de nada, gente a la que jamás ha visto, y matarlas así, como por encargo, como medio de vida digno…
De Colombia no se precisaba hablar mucho porque como había dicho el entrevistado, él de colombiano tenía bien poco. Podría hablarle un poco de Cali pero de pasada, contar cosas que escuchó siempre por terceras personas. Un tío que le había contado sobre la vida en un barrio y la necesidad y la humedad, el olor de ciertos guisos, la enfermedad y todo aquello que según qué tipos explicaban cuando se les preguntaba por la patria.
¿Qué patria?
Crímenes Ortega
¿Y dice usted que preferiría llevar esta conversación en un bar?
En esta pensión viene gente que deben negociar con la bisutería. Antes de que llegase usted había dos moros sentados en esa otra mesa que ahora está vacía, y hablaban con un tipo encorbatado mientras miraban unos catálogos hasta que uno de los moros ha sacado un maletín lleno de colgantes, pulseras y anillos, y entonces han dejado el catálogo de lado porque preferían mirar el objeto real. Aquí huele como a rancio.
¿Tiene usted alguna comida favorita, algo tal vez colombiano que alguna tía o abuela le cocinase de cuando en cuando?
A mí lo que más me gusta son los boquerones pero eso sí, nunca fritos. El boquerón en vinagre. Si se fríe pierde gusto. El boquerón en vinagre y en según qué bares. Aquí en Zaragoza no sé, pero en Ciudad Real o en Segovia…
¿Fue en Segovia donde lo de Loquillo y los Trogloditas?
En Segovia fue donde nos encontramos por vez primera. Por vez primera y última, todo sea dicho. Yo había ido a firmar unos papeles con un cliente. Un contrato, vaya. Hace años no hacía falta tanta letra impresa pero luego llegaron los socialistas y la cosa cambió. Vino también la Unión Europea y con la iglesia hemos topado. Al principio se podían alcanzar acuerdos con un apretón de manos pero luego ya no, luego hizo falta viajar más, hubo que acudir allí donde estaba el cliente. Y fue por h o por b que nos llamó un hombre en Ciudad Real que necesitaba matar a un vecino, no recuerdo porqué, y bueno, fuimos allí, fui yo solo, y luego ya de noche como se me había hecho tarde decidí quedarme a dormir en un hotel que sin ser barato era de alguien que era familia del hombre al que íbamos a hacer el servicio y bueno, me pusieron cama gratis. Me quedé allí, me bajé a tomar unas copas por aquello de no poderse dormir uno y coincidí con los peludos esos que justamente habían dado un recital allí.
Y le hicieron una canción
No, no me hicieron una canción. Les conté a lo que me dedicaba, les dije el nombre de la empresa, creo que les di una tarjeta por si algún día, nunca se sabe, pudieran necesitar de mis servicios
¿A Loquillo?
No, con Loquillo casi no hablé. Fue sobre todo con el batería, con Jordi Villa, un peludo con el que hice click y nos caímos bien al instante y estuvimos hablando casi toda la noche. Con Loquillo hablé poco. Usted sabrá mejor que nadie eso de que a veces se conecta con una persona de manera inmediata, algo hace click y es como si se conocieran de toda la vida
Click
Sí, click, y eso, le conté de la empresa no porque me diera la gana sino porque me preguntó sobre mis quehaceres profesionales, de donde venía el pan y la renta y la hipoteca y todo lo demás
Parné
Le conté un poco por encima, no entré en detalles por no aburrirle, pero el nombre le hizo gracia y de ahí que me interrumpiese para llamar a Loquillo y decirle a viva voz que este tipo, o sea yo, me dedicaba a lo que me dedicaba y que el negocio se llamaba como se llamaba. Loquillo se acercó y se interesó por el asunto, también le hizo gracia, y fue que mientras le contaba sobre uno de los últimos encargos, no recuerdo cual, sacó una libreta y anotó algo, y de ahí salió luego la canción, bueno no la canción, porque tampoco fue una canción, fue una mención en una canción, un verso, una estrofa, qué se yo
¿No salió a la luz?
No salió a la luz
¿Qué año estamos hablando?
El año no lo sé pero el disco en el que se suponía iba a salir o podía haber salido fue aquel de “Simpatía por los Stones”, el noventa y pocos.
Pero no fue una canción
No, nunca fue una canción. Era una línea de una canción. Decía: Si te deja tu novia ya sabes, Crímenes Ortega. Eso era todo. Si te deja tu novia ya sabes, Crímenes Ortega. Nunca supe a que se refirieron con eso. Si el mensaje era matar a la novia, o matarse uno mismo a través de Crímenes Ortega, no sé, nunca supe. Jordi Villa el batería me mandó la letra de la canción. Me dijo que nunca llegaron a ponerle música. Obviamente no salió en el disco, pero bueno, ahí está
¿Se quedó en anécdota?
Se quedó todo en una anécdota, sí
Si te deja tu novia ya sabes, Crímenes Ortega
Sí, así fue
¿Han tenido alguna vez casos en los que el cliente, la persona que pide un asesinato, fuese a la vez el demandante y el receptor?

Tuesday 19 March 2013

Crímenes Ortega - Ambos Mundos

Paco Ortega juguetea de manera inconsciente con un mechero. Está en medio de una conversación y parecen ser sus dedos de manera independiente y no él quienes toquetean el mechero llevándolo a través de un slalom entre falanges. Paco Ortega está metido de lleno en la conversación. Ha dejado de culear en busca de la posición perfecta. El lugar es una pensión llamada “Ambos Mundos”. El sonido de la Plaza del Pilar se deja caer entre los ventanales abiertos. La pensión está llena de luz artificial. Son bombillas viejas que dan más calor que luz. Paco Ortega dice que el mayor problema de Crímenes Ortega como negocio es la credibilidad y luego también la incomodidad del mensaje, por ese orden. Su interlocutor lleva el pelo peinado a raya con exactitud milimétrica. Cada hebra de pelo en paralelo perfecto con la siguiente.
Esto es como muy victoriano, sabe usted…
La muerte en general vende poco. Cuando asistida por manos profesionales vende todavía menos. Es algo necesario pero mal visto. Muchos clientes solicitan discreción. Reuniones no ya en la sede de Crímenes Ortega sino en bares de barrios de la periferia donde ningún conocido pueda coincidir. Sitios como la pensión Otros Mundos.
La profesión de matar por encargo siempre ha estado relacionada con gente que habla con la boca de medio lado, fingiendo toser, con miedo escénico, gente con prisas
¿Se ha enterao usted de todo lo que está pasando en el Vaticano?
Paco Ortega se sentía incómodo teniendo a aquella gente en la mesa de al lado tan cerca de ellos. Las conversaciones saltaban de mesa.
El hall de la pensión Ambos Mundos no es un hall ni un lobby, es un cuarto de estar donde se han repartido sillones y sillas alrededor de tres mesas camillas.
En el Vaticano hay túneles y pasajes secretos
Paco Ortega tiene mucho interés en la conversación con el hombre del pelo arado. Ha estado esperando meses. Un hombre capaz de reflotar el negocio. Un hombre que le va a dar posibilidades, nuevas aperturas, distintos programas de marketing.
Marketing lo que se dice marketing no es, dice.
Paco Ortega tiene tanta necesidad de escuchar el mensaje del consultor que le es difícil concentrarse en el mensaje. El hombre está sentado enfrente y pese al calor de las bombillas no suda. Paco se recuerda a sí mismo lo importante de la reunión y la necesidad que tiene el negocio de las ideas de aquel hombre y todo ello no hace sino dificultar la escucha.
A hora se le ha metido una canción en la cabeza, una canción vieja, una ranchera que les había oído cantar a sus padres.
El hombre del pelo a raya dice que la necesidad del producto no garantiza nunca el éxito. Lo único que garantiza el éxito es la marca. Pregunta si Paco consideraría cambiarle de nombre a la empresa
¿Qué tiene de malo Crímenes Ortega?
A mí ni me va ni me viene. Esto es para el archivo, para el reporte, para mirar los por si acaso una vez me vuelva a Madrid. A mí ni me va ni me viene, yo cobro lo mismo.
¿Cree usted que el nombre tiene la culpa?
Yo no creo ni dejo de creer. Un tipo que se peina como yo, usted cree, con todos mis respetos, ¿qué me importa lo que opine o deje de opinar?
Lo de Crímenes Ortega se lo puso mi padre, en el cincuenta y tantos, en Yumbo, al norte de Cali, aunque yo, Colombiano lo que se dice Colombiano no soy. Míreme usted, ni la pinta tengo. Si acaso la poca estatura.
El sofá parecía demasiado grande cuando Paco Ortega estaba sentado en él. Un sofá de un rojo tirando a granate que parecía hecho con alfombra desgastada. Un sofá de moqueta vieja. Un sofá que daba repelús. Paco había sugerido abandonar la pensión y sentarse a una mesa en cualquiera de los bares de la Calle Alfonso. El hombre del pelo a raya, yo, no tenía necesidad de moverse de allí.
Se me seca la boca de tanto seguir
Usted de Colombiano tiene poco
Ni la postura con la que me pongo de pie, ya ve usted
¿Lo de la clínica y la eutanasia cómo y cuándo se le ocurre a usted?
Hay ciertas cosas de las que no me gusta hablar en según qué sitios