Monday 8 September 2008

ÉPICA DESAFINADA 9


Brillante y gélida oscuridad,
escrementos de épica metafísica,
la memoria en mis manos

Saturday 6 September 2008

ÉPICA DESAFINADA 33



Embaladme la Luna

me la llevo en el maletero

hoy rebrota la música

y quiero luz para verlo



Dentro y fuera de mi

no se donde esta el enemigo,

dentro y fuera de mi

la lucha es infinita

32





Friday 29 August 2008

El maletero del coche de Franklin

Estando una vez con Franklin, Marcos se tuvo que levantar a subir el volumen del stereo ya que en ese momento pasaba el camión de la basura y justamente ahora que sonaba la canción número 3 del disco Birth Of The Cool, Moon Dreams, donde Miles Davis alargaba cada nota hasta la extenuación, hasta que la melodía se estiraba tanto que agonizaba lo mismo que el aire en sus pulmones, y justamente entonces sucedía que era miércoles por la noche y el camión de la basura pasaba haciendo un ruido seco y mecánico cada vez que sacudía los contenedores. Marcos se levantó a subir el volumen de mala leche y objetó que era demasiada casualidad para que Moon Dreams coincidiese con ese camión que pasaba por nuestro portal 5 minutos a la semana, y que tenía que haber sido justamente durante los cinco minutos en que Moon Dreams sonaba, canción que dicho sea de paso jamás había sonado antes en ese stereo, ya que era un disco que Franklin había traído esa misma noche, no, tanta casualidad no podía ser una casualidad, objetaba Marcos mientras Franklin se servía una copa sin sentir la más mínima culpa. A mí me da por pensar que de alguna manera, Franklin está en nuestras vidas solo en tiempo pasado. Me acuerdo de aquella noche y deduzco que Franklin es un tipo del que solo se pueda hablar en pasado. Es algo así como si no fuésemos conscientes cada vez que llama para decir que está en el sur de Francia conduciendo a lo largo de un acantilado con su viejo Cadillac descapotable, llevando a una señora que pasa de los sesenta y que dice ser familia de una condesa. Somos conscientes cuando recordamos su voz, pero no cuando nos habla. Yo recuerdo perfectamente aquella noche, especialmente el hecho de que Marcos siguiese insinuando que tanta casualidad no podía ser casualidad incluso dos horas después de que el camión se hubiese esfumado, pero no recuerdo haber sido consciente de ello en tiempo presente. Y todo ello me resultaba extraño del mismo modo que a Marcos le resultase extraña aquella coincidencia, sobre todo porque se consideraba una persona que no creía en el destino de la misma manera que no creía en que la belleza residiese en las pequeñas cosas de la vida. Franklin había terminado de servir tres copas de whisky sin hielo cuando Marcos dijo que para él, un cuadro grande siempre era más bello que un cuadro pequeño, y que aquella teoría de que la vida era lo que pasa mientras tanto, era tan incongruente y snob que le hacía vomitar, ya que lo que pasaba mientras tanto era según él, lo que le pasaba a los demás y no lo que le sucede a uno mismo. Franklin quiso opinar al respecto pero tras dudar unos segundos, se limitó a sonreír. En ese momento ya no sonaba Birth Of The Cool, ahora lo hacía un disco recopilatorio de Thelonious Monk, que Franklin había elegido en honor a uno de sus escritores favoritos quien tenía cierta predilección por dicho pianista. Yo no sabía que pensar y tal vez fuera por ello que comenté mis problemas acerca de la falta de unidad y fluidez que encontraba en ciertos aspectos importantes de mi vida, como la tabla de windsurf, un paquete de Marlborough Light , la fotografía, Adriana y tantas otras cosas. El teléfono sonó en la otra habitación. Marcos se levantó a contestar y tras mantener una breve conversación, colgó y volvió al cuarto de estar anunciando que era Antonio, que estaba de camino y que traía una muestra del tesoro para que Franklin se la llevase a Francia y se la enseñase a aquellas señoras que había conocido por si acaso pudieran estar interesadas en la compra del mismo. La falta de unidad podría representar la unidad en sí, me dijo Franklin. Es como quien crea un ritmo a base de acordes arítmicos. La repetición de ciertos factores formaban un patrón, una línea a seguir, un ritmo en sí mismo, y toda aquella falta de unidad, todo aquel atragantarse, pudiera ser mi ritmo, el único ritmo que era capaz de seguir, algo así como tener en la inseguridad y la duda una religión… Marcos preguntó a Franklin sobre las opciones reales de que aquellas señoras pudiesen estar interesadas en la compra del tesoro y que si ese fuera el caso, cuanto creía él que estarían dispuestas a pagar. Franklin contestó que el mayor problema sería la posibilidad de que la muestra que Antonio traía no le cupiese en el maletero del coche, pero que si cupiese, que bueno, que ya se vería. “Cuantas lanzas trae?”. Marcos no sabía, no le había preguntado, auque conociendo a Antonio probablemente dos, y un escudo, y tal vez una de las ollas. A mí el whisky me daba hambre. Me levanté a la cocina y en la nevera sola había patatas y champiñones. Miré en el armario y vi que Marcos tenía una lata de atún y un bote de ketchup. Cuando volví al cuarto de estar para recriminarle a Marcos su falta de abastecimiento, el timbré sonó, era Antonio con la muestra del tesoro. Marcos y Franklin se levantaron y cuando bajamos todos a ayudarle a subirlo, Franklin dijo que si no sería mejor trasbordarlo del maletero de Antonio al suyo. Tras debatir la cuestión durante unos segundos decidimos subirlo todo al piso por razones de seguridad aunque según Marcos, quién coño iba a estar interesado en robarlo, con lo que pesaban las jodidas lanzas. Ya de vuelta con la muestra del tesoro, Antonio dijo que si nos parecía suficiente con una olla o que si sería mejor llevar dos, una grande y otra pequeña. Marcos se encogió de hombros y sirvió otro whisky desentendiéndose por completo. Yo volví a la cocina y saqué las patatas de la nevera. Patatas fritas con ketchup sería. Nadie más tenía hambre por lo que nadie iba a ayudarme a pelar y cortar las mismas. Traje las patatas al cuarto de estar, puse un periódico viejo para tirar las peladuras, y me senté a pelarlas a la vez que Antonio se servía un whisky y hacía cierta declaración de principios en torno al disco que escuchábamos en ese momento y que ya no era Thelonious Monk sino Lou Reed, NYC MAN.

Thursday 7 August 2008

Donde se termina hablando de Diana Krall

A veces se me hacía difícil combinar cosas como la fotografía, el windsurf y un paquete de Marlborough Lights. O combinar a Adriana y los discos tardíos de Miles Davis, especialmente el disco Spanish Sketches en el que interpreta una versión del Concierto de Aranjuez. Y se me hace difícil porque son cosas que no pegan, no hay fluidez entre ellas, especialmente cuando pienso en un paquete de Marlborough Light reposando en la mesa roja que hay en el jardín, el paquete abierto, y luego pienso no en el viento que empuja la vela de mi tabla de windsurf sino en el dolor que sufro en las plantas de los pies cuando camino hacia el agua llevando la tabla a cuestas y siento el daño puntiagudo cada vez que doy un paso sobre las piedras de la playa de Whistable. Eso y luego Adriana llegando del trabajo y esa cara que pone a medio camino entre una sonrisa por verme y el gesto cansado después de 10 horas de teléfono y cargas y descargas. Y luego Miles Davis y quizá un párrafo de un libro que había leído recientemente y que hablaba de un policía que se había ido de vacaciones a Miami con su prometida. Se me hacía difícil juntar todo eso, especialmente ahora mismo que he dejado una lata atún a medias, y el aceite se ha salido de la lata, y ahora está aceitosa con lo que tendré que ponerla en un plato antes de meterla en la nevera para por si acaso me apetece terminarla de aquí a un rato. Pero bueno, Marcos iba a llamar de un momento a otro ya que se había reunido con un chico que una vez hizo de extra en una película de James Bond, que en parte se había rodado en España, en Bilbao, y él había protagonizado el papel de un Ertxaina que entraba en un piso persiguiendo a alguien, no sé si a James Bond o a uno de los malos, y eso, Marcos creyó que sería interesante hablar con él y averiguar si podría aportar alguna idea a la venta o no venta del tesoro de las Minas del Rey Salomón. Cuando finalmente Marcos llamó, eran las 12:30 y lo primero que me dijo fue que el extra de la película de James Bond no era de Bilbao. Era argentino y se llamaba Jaime, y sabia de un restaurante de comida argentina que no estaba muy lejos de donde vivíamos en el cual trabajaba una camarera que se llamaba Clara y que había estudiado ciencias políticas y que aunque no hubiese terminado la carrera, ella siempre decía que la había terminado ya que abandonó en el último año y nunca le pareció que los planes de estudio de la facultad se ajustaran a la realidad, y eso, que ella había leído lo suficiente y se consideraba en posesión de los suficientes conocimientos como para considerarse licenciada. Una vez hechas las presentaciones y ya sentados a la mesa del restaurante, Clara se acercó a tomar nota cuando Jaime dijo que Clara nos podría ayudar, posiblemente más que él, y sí, ya sabía, había salido en una película de James Bond pero sinceramente, puntualizó Jaime, Clara podría, aun sin tener muchos contactos en el mundillo de la compra venta, ayudarnos de una manera más sólida que él, ya que era una persona muy creativa. Clara entonces nos sonrió de la manera más dulce posible y acto seguido nos preguntó que si nos interesaba la política. Marcos dijo que a él le gustaba la carne poco hecha. Mas tarde y ya sentados todos juntos en la mesa de una terraza de otro bar que había dos calles más abajo del restaurante, Clara nos dijo que desde su más humilde opinión, ella pensaba que tal vez nuestro problema no fuese tanto el qué hacer con el tesoro como el qué no hacer con el tesoro. Yo pedí cuatro vinos blancos y Jaime sonreía de tal manera que parecía que fuese a estallar de alegría. Cuando fui a la barra a coger los vinos coincidí a solas con Marcos que salía del lavabo y le pregunté que si alguna vez había visto a alguien sonreír de la manera que Jaime sonreía. Marcos me dijo que no, y que cuando estaba en el retrete había escrito en la puerta del mismo nuestro número de teléfono junto a las palabras: tesoro de las minas del Rey Salomón, porque nunca se sabía quien podría visitar dicho retrete en el futuro más cercano. Luego le dijimos al camarero que si alguien preguntase por dicha inscripción, el número de teléfono era el nuestro y que creíamos ciegamente en que haber escrito eso en la puerta del retrete sería más fructífero que cualquier otra forma de anunciarse al público. El camarero nos dijo que se llamaba Máximo y que le parecía fascinante el hecho de que hubiésemos comprado dicho tesoro. Luego dijo que él nunca se había leído el libro pero que si que vio una vez una película acerca del tema en la que salía Sharon Stone. Luego también nos dijo que en la película Instinto Básico, el supo desde el primer momento quien era la asesina ya que no había en el mundo dos mujeres que hiciesen el amor de la misma manera y que de ese modo, supo que la asesina era la que follaba de la manera que follaba la mujer que asesinaba a sus victimas. Nunca supo hasta el final si ésta era Sharon Stone o la otra pelirroja, pero sabía quien era la asesina si es que su explicación se entendía. Clara dijo que se entendía perfectamente y luego le contó que ella también era camarera aunque en su caso había hecho la carrera de Ciencias Políticas. Jaime dio otro trago a su copa de vino y justo después de tragarse el claro licor le preguntó al camarero que si le gustaban las películas de James Bond. Antes de que el camarero pudiese contestar Jaime subrayó que él era de la opinión de que James Bond había sido un personaje totalmente infravalorado por la crítica. Un personaje que a su modo de ver nunca había sido entendido de la manera que él entendía a James Bond, al James Bond persona, al personaje que había detrás del super agente con licencia para matar. Al hombre que se llama James y que según él era una persona que se encontraba terriblemente sola y que tenía grandes problemas para expresar sus sentimientos. Luego añadió que si alguna vez le preguntasen a él, los grandes productores de Holywood, en como enfocar la siguiente película del agente 007, él no haría ninguna escena de acción, ningún tiroteo, sino que se centraría en el James Bond que se levanta todo los días a desayunar y que se encuentra solo y que no sabe qué hacer con el peso de la existencia. Clara le dijo a Marcos que una vez salió con un argentino y que vaya pedazo de cabrón. Un tío que se llamaba Samuel y que la llevaba al parque donde hacían picnics y se besaban hasta que se hacía tarde y entonces había que recoger todos los trastos y volver a casa donde lo único que hacían era follar. Marcos le contestó que teníamos un amigo que se llamaba Franklin y que ahora mismo estaba en el sur de Francia enseñándole unas habitaciones a una señora mayor que decía ser prima hermana de una condesa francesa. Hablamos un rato sobre Franklin y para entonces el camarero y Jaime no prestaban atención a nuestra conversación pues se habían enfrascado en una discusión acerca de la situación actual del cine español. Marcos decía que para él Franklin era algo así como el eslabón perdido entre nuestra infancia y nuestra madurez. Una persona capaz de ver las cosas sin el filtro de la experiencia. Un tipo no espontáneo sino capaz de hacer cada cosa que hacía como si fuera la primera vez que lo hiciera. Un tipo que detestaba la poesía y que a su vez se podía considerar un poeta. Se dedicaba a alquilar pisos y apartamentos que a su vez alquilaba sin contratos ni papeleos de ningún tipo. Y ante todo, explicaba Marcos, una persona que nos había influenciado de tal manera que sin su presencia, sería imposible explicar o definir quien éramos nosotros mismos. Interrumpí para preguntarle a Clara la hora y traté de imaginar por unos instantes lo que estaría haciendo Adriana en estos momentos. Marcos explicó entonces que fue precisamente una llamada de Franklin lo que nos empujó realmente a comprar el tesoro de las Minas del Rey Salomón. Clara escuchaba con suma atención a la vez que se rascaba el hombro. En un momento determinado Marcos me miró sonriente y detecté que esperaba algún gesto de aprobación sobre algo que acababa de decir. Yo me limité a sonreírle de la misma manera que él me había sonreído lo que llevó a Marcos a estallar en una carcajada antes de contar la contradicción que suponía el hecho de que aunque Franklin fuera una persona adicta a la meditación, era un tipo que no podía estarse quieto ni un segundo y que las ideas bullían en su cerebro a velocidad de vértigo. “Es un hacedor”, dijo Marcos. Eso era lo que mejor definía a Franklin, un hacedor, un productor de situaciones y conflictos. Clara apuntó entonces que no se podía creer que Marcos fuese tan rubio, dijo que le parecía imposible que fuese español y que cuando lo vio por vez primera en el restaurante pensó que era nórdico. Marcos se sintió avergonzado y tras un instante de silencio volvió a hablar sobre Franklin y sobre su pasión en descalificar a grandes escritores de la literatura universal como James Joyce. Yo no pude evitar una leve carcajada al recordar entonces la primera vez que Franklin nos habló de su lista sobre los 10 peores escritores de entre los mejores escritores de la historia y de cómo a continuación elevó a Kafka hasta los mayores altares y nos dio una clase magistral sobre el genial escritor y en especial sobre su obra “El Castillo”, que se prolongó hasta altas horas de la madrugada cuando el alcohol y el sueño batallaban dentro de nuestros cuerpos y mentes a la vez que un disco de Brassens sonaba una y otra vez no por ser éste autor de nuestra predilección sino porque era el único disco que Franklin pudo encontrar en aquella casa de campo que tenía alquilada en aquellos tiempos. Otro clásico en Franklin era la aparente facilidad con la que se dejaba las llaves en casa. Ni él mismo podía decirnos las veces que al salir de casa había cerrado la puerta, se había detenido en el rellano, y se había palpado los bolsillos hasta percatarse de haberse dejado las llaves tras de si. Siempre que le reprochábamos entre risas y burlas dicha conducta, Franklin se excusaba diciendo que si no fuera por ello nunca se hubiese hecho tan amigo de Martín, el cerrajero del barrio. Y no sólo de Martín, nos solía decir levantando el dedo índice, sino de la sabiduría de Martín y por extensión de todo lo el universo que le rodeaba a éste incluyendo en ese universo a su preciosa hija de 17 años de edad. Clara dijo que ya le caía bien nuestro amigo Franklin a la vez que hizo patente el estado de vacío de su copa de vino. Yo me levanté a la barra no sin antes interrumpir la profunda conversación que Jaime mantenía con el camarero para preguntarle si quería otro vino. Ambos me miraron atónitos como si hubiese dicho algo sorprendente y tras unos segundos de vacilación que sirvieron para que despertasen del profundo diálogo que hasta ese momento habían mantenido, Máximo, el camarero, dijo que no me preocupase que él se encargaba de traernos otra ronda pues para eso le pagaban. Una vez que el camarero entró al bar a por los vinos Jaime nos dijo que habían estado hablando de los presos en Guantánamo y de cómo los estadounidenses llevaron una especie de caza de brujas tras los atentados contra las torres gemelas, arrestando a gente que creían sospechosos y que por el mero hecho de insinuar que fueran sospechosos los llevaron a Guantánamo sin juicio previo y sin que tuvieran estos oportunidad de defenderse. Nos quedamos mirando a Jaime creyendo que iba a decir algo más pero tras quedarse silencioso y dubitativo pensando en dicho tema, Marcos creyó oportuno revelar la pasión que Franklin tenía por las mujeres pelirrojas. Y no es que Franklin sea un mujeriego, no, es distinto… con Franklin es distinto, como con casi todo lo que Franklin venera, espetó Marcos. “Te acuerdas cuando nos vino emocionado con aquel disco que había comprado y que le había hecho tan feliz que no se podía explicar como la felicidad valía 12 euros, 35 minutos de felicidad, 35 minutos de blues cantado por una mujer bellísima llamada Diana Krall?”, me preguntó Marcos, por momentos igual de emocionado que cuando Franklin nos vino con el disco. Y era sobre todo por una canción, recordó Marcos, Love me like a man, y aquel solo de piano, dijo exaltado, y luego la teoría de Franklin de que el precio de la felicidad era relativo, en ese caso 12 euros, y entonces recordé con ternura aquella tarde cuando Franklin nos vino con el disco bajo el brazo y nos obligo a todos a dejar lo que llevábamos entre manos en aquel momento para llevarnos a su casa donde una botella de J&B y el susodicho disco de Diana Krall hicieron que la tarde fuese perfecta a pesar de que hacía un día soleado, uno de esos días de invierno cuando el sol sale y molesta en los ojos. Y luego Franklin nos dijo que Diana se había casado con Elvis Costello, y que había que ver el cabrón de Elvis Costello, el hombre más afortunado del mundo, y que si no se sintiera así habría que fusilarlo de inmediato pues los gobiernos del mundo entero deberían decretar una ley por consenso total, que estipulara que fuera donde fuera que Elvis Costello se encontrase en cualquier momento , si el sujeto se sintiese minimamente infeliz aunque fuera por cuestión de segundos, debería de ser fusilado en el acto al declarar todas las potencias mundiales que el ciudadano Elvis Costello tenía terminantemente prohibido sentirse infeliz siempre y cuando estuviera casado con Diana Krall, bajo pena de muerte inmediata. Jaime sonreía nuevamente como si estuviese a punto de explotar y Clara llamó al camarero para pedirle lápiz y papel y así anotar el nombre de la cantante y el disco al que nos referíamos, pues llegados a ese punto, y tal y como Marcos y yo nos percatamos, Clara ya vivía bajo la influencia de Franklin con lo que podía ser considerada una más de los nuestros. Acto seguido me pregunté a mismo por la impresión que le produciría a Adriana dicha realidad, y algo me decía que no estaría del todo contenta y que tras el anuncio se sucedería un batallón de preguntas acerca de esa chica llamada Clara, que trabaja de camarera en un restaurante argentino y que se autodeclaraba licenciada en Ciencias Políticas a pesar de no haber terminado la carrera. Es guapa?, me preguntaría a continuación.

Tuesday 5 August 2008

SIN FRANKLIN

Sus besos eran un insulto contra la ley de la gravedad. Mesopotamía y Ana Obregón daban los últimos sorbos a sus Martinis y todo ello se me antojaba como un preámbulo de respiración. Marcos estaba preocupado porque Franklin no había llamado y era por ello que se refugiaba en las ideas de Kant. Yo había pedido dos cervezas y el camarero se empeñaba en defender la nueva legislatura y en especial la nueva ley de inmigración. Ana Obregón se excusó diciendo que no había podido evitar escuchar la opinión del camarero y declaró que ella no estaba ni a favor ni en contra, simplemente pensaba que no era ni el momento ni el lugar adecuado para discutir semejante cuestión. Marcos se levantó de la silla y dijo en voz alta que quizás debiéramos hablar de Rembrandt pero Mesopotamia dijo que le resultaba difícil encontrar su sitio en esta sociedad tan cambiante. El camarero dijo que lo mejor era hacer lo que había hecho Bob Dylan, reinventarse a si mismo. Ana Obregón dijo que eso era precisamente lo que había hecho toda su vida a pesar de que le resultaba increíblemente difícil cambiar en las mentes de la gente la imagen que tenían de ella. Yo dije que a mi la palabra increíblemente no me gustaba nada y Marcos dijo que nosotros habíamos intentado reinventarnos a nosotros mismos comprando el tesoro de las minas del Rey Salomón. A Ana le pareció una idea de lo mas brillante y nos preguntó si alguna vez habíamos pensado en llevarlo a la televisión pues creía que era un formato en el que dicha idea se podría exprimir. El camarero le preguntó a Ana que si estaría interesada en producir un documental sobre la inmigración, una especie de reportaje que él mismo podría filmar con su cámara. Ana le preguntó que qué tipo de cámara tenía. Una Sony, respondió el camarero. Una Sony de ir por casa, ideal para el documental, ya que si vas a realizar un documental acerca de gente pobre y sin derechos no había nada mejor que hacerlo con una cámara de andar por casa ya que ello daría otra dimensión al proyecto. A mí no me gustaba la palabra proyecto y Ana seguía empeñada en que era mucho mejor hacer lo del tesoro de las Minas del rey Salomón con todos sus respetos al camarero y al tema de la inmigración. Mesopotamia se sentía mal porque por una parte quería pedir una ronda de cubatas pero por otra quería pedir un taxi e irse a casa a descansar a pesar de que mañana no tenía que trabajar. El camarero dijo que tenía un amigo que además de ser inmigrante ilegal era musulmán, y que en el documental sería precioso si le preguntaran por su opinión acerca de los atentados contra las Torres Gemelas. Acto seguido dijo que nos invitaba a una ronda de chupitos y acto seguido después nos preguntó que si era posible que pagáramos los chupitos ya que su jefe le tenía terminantemente prohibido invitar a rondas. Mesopotamia dijo entonces que tenía la imperiosa necesidad de escuchar a Miles Davis, en concreto la canción Autum Leaves, aunque a mi no me gustase la palabra imperiosa. Yo le contesté que a mí lo que no me gustaba era tener discos en las cajas equivocadas, o tener discos en un estuche aunque resultara de lo mas conveniente pero que hacía que uno se olvidase de la caja original donde te ponían los títulos de las canciones y los agradecimientos del grupo. El camarero dijo que él de lo que realmente estaba en contra era de la piratería. Ana dijo que lo que realmente le apetecía era escuchar música cubana. Mesopotamia dijo que la música cubana era una mierda y el camarero dijo que había a que ver lo felices que eran los cubanos a pesar de no tener nada de nada. Marcos preguntó que si estaba la cocina abierta, y que si ese era el caso, quería una ración de calamares. Ana dijo que llevaba todo el día con dos salchichas en el cuerpo. Dos salchichas que había frito antes de ayer, y que las compró en una carnicería a la que no había ido nunca, y que se quedó perpleja de ver como cuando las calentaba en la sartén sin aceite, porque ella nunca echaba aceite a las salchichas ya que éstas tenían demasiada grasa y era con la grasa misma de las salchichas con las que las freía, como cuando las calentaba en la sartén se dio cuenta de que las salchichas no soltaban nada de grasa, nada, ni una gota, y eso, que las abrió por el medio para ver si así soltaban grasa y que tampoco, y que eso, le sobraron dos, las dejó en un plato en la nevera, y que hoy en vez de cocinar se comió las dos salchichas y que eso era lo que había comido en todo el día. Marcos, Mesopotamia y el camarero jugaban a piedra, papel y tijera. Yo le pregunté a Marcos por la ración de calamares y Ana comentó el nombre de un bar en Écija donde hacían los mejores calamares que había probado en su vida. El camarero dijo que para él lo mejor que había hecho Miles Davis fue la versión tardía que hizo en sus últimos años de My Funny Valentine, cuando usaba el distorsionador y cuando se dejó el pelo largo, y cuando se vestía con trajes de colores, allá cuando tenía 60 años. Ana dijo que Écija era la sartén de España. Mesopotamia se bebió un chupito de un trago y luego dijo que ella abandonó a su marido una noche después de follar con él y darse cuenta de que no sentía nada por él, y no tenía que ver con el placer sexual, sintió placer sexual, pero se dio cuenta de que no sentía nada por él. Marcos dijo que a él le gustaba la ropa de niño, de bebé para ser más precisos. Ana dijo que volviendo al tema del tesoro de las Minas del Rey Salomón, ella coincidía plenamente con Pedro Almodóvar en aquello que dijo de que Sharon Stone le parecía una actriz increíble, que había hecho pésimas películas, en referencia a la versión que protagonizó de las Minas del rey Salomón titulada Quatermain. El camarero dijo que en casa tenía un disco de Miles Davis en el que hacía una versión del Concierto de Aranjuez. Mesopotamia le preguntó si tenía el de Autum Leaves pero él dijo que solo tenía el del Concierto de Aranjuez y que si queríamos y alguien le acompañaba que iba a buscarlo. Marcos y Mesopotamia dijeron que le acompañaban si ponía otra ronda d chupitos y Ana Obregón dijo que ella ya había pasado su etapa del jazz y que ahora mismo el jazz no le decía nada y especialmente Miles Davis. Marcos más tarde me contó que una vez en el taxi con el con el camarero y Mesopotamia, el camarero dijo que a él lo que le gustaba eran los documentales pero no de animales sino de personas, especialmente unos documentales que había visto recientemente sobre los españoles que emigraron a Alemania en la pos guerra. De vuelta en el bar Ana me dijo que en realidad no tenía nada en contra del jazz y que si por favor me podía pasar al otro lado de la barra y poner dos gin-tonics. Yo le dije que sí y que si quería calamares.

Sunday 13 July 2008

LA TELEVISION

Marcos era de la opinión de que se podrían haber estudiado las consecuencias que hubiesen acontecido si en lugar de haber comprado el tesoro de las Minas del Rey Salomón se hubiera decidido tirar el televisor por la ventana, el lunes a las 14:30 horas.

REPARACIONES EN EL JARDIN

El mero hecho de que no supiéramos qué hacer con el tesoro se nos antojaba como la metáfora de qué realmente no sabíamos que hacer con nuestras vidas. El tesoro se compró en primer término como algo que nos fuera a empujar a los tres a una cascada de acontecimientos que se precipitarían por diversos cauces, como por ejemplo las quejas continuadas de Adriana por haber acometido tal empresa, hasta finalmente desembocar todos en un solo cauce que traería consigo acciones coordinadas en una sola dirección, todo fluiría por un mismo hilo que cada vez se estrecharía más hasta converger en la unidad total de acción y pensamiento. El tesoro se compró como quien compra una bomba que hará estallar todo por los aires para luego desembocar en un remanso de paz y tiempo. Para arreglar una catedral que sucumbe a la mediocridad se derriba sin avisar y luego se deja uno llevar por los acontecimientos posteriores con la total convicción de que de una manera u otra le llevaran al orden y al sentido. Miriam y Adriana entraron al salón portando una viga de madera y herramientas y nos pidieron que alguien abriese la puerta del jardín porque no les quedaban manos. Marcos se levantó de malagana con una taza de café en la mano y les abrió la puerta para que pudiesen salir y empezar con las reparaciones de la tapia que se había hecho añicos el día de la tormenta. A mí me dolía el estómago y Antonio se oponía a la idea de hacer más café

QUE HACER CON UN TESORO (APARTE DE)

Cuando no se sabe qué hacer con un tesoro, uno se aburre y al final se acaba usando ese tesoro para cosas absurdamente prácticas. Una de las ollas que Marcos guardaba en su garaje acabó en el cuarto de baño haciendo las veces de cajón donde poner la ropa sucia. Las lanzas acabaron de barras donde sujetar cortinas. Antonio dijo que creía que las lanzas le daban suerte. Marcos dijo que también quería guardar alguna lanza en su casa, no porque creyese en la idea de Antonio de que realmente daban suerte sino como arma de defensa ante el posible ataque de cualquier ladrón potencial. De ese modo, si aparecía un caco en mitad del pasillo, a las dos de la noche, con la única intención de robar el tesoro, Marcos lo aprehendería con la lanza y de ese modo el caco sería ejecutado por aquello mismo que buscaba, el tesoro. Marcos creía que era una metáfora preciosa. Aquello que buscaba es lo que realmente le terminó matando. Lo mismo que si alguien fuera detrás de una serpiente pitón, al final la encuentra, se arma un alborozo, se abrazan, y tanto se abrazan hasta que el tipo acaba asfixiado y engullido por el reptil. “Viene a robar el tesoro y yo lo mato con una lanza que es parte del tesoro”, nos decía Marcos con cara del que ha tenido una gran ocurrencia. “No os dais cuenta, aquello mismo que busca es lo que le va a matar”, decía Marcos mientras Antonio yo jugábamos a las cartas usando como mesa y tapete uno de los altares del tesoro.
_Yo creo que si hubiéramos comprado el Tesoro de Rackman el Rojo nos hubiese ido mucho mejor, dijo Antonio justo después de suspirar y quejarse de sus malas cartas mientras barajaba y yo ponía la cafetera. El tesoro de Rackman el Rojo es mas vendible, opinaba Antonio. Mas cercano a la gente, más comercial si se quería.
_Comercial es precisamente lo que no buscamos, objetó Marcos. El haber comprado algo más comercial hubiese ido totalmente en contra de la idea básica del proyecto de la compra del tesoro como necesidad existencial, y no comercial. Se compraba un tesoro como el que se compra un manual de instrucciones para respirar, refutaba Marcos.

Sunday 6 July 2008

BEING GABI DOPAZO

IT OCURRED TO ME THIS MORNING, THAT I LIVE MY LIFE LIKE AN INTERNATIONAL ROCK STAR. EVERYTHING IN MY LIFE IS SO VARIED AND SO EXCITING COMPARED TO ANYONE ELSE I HAVE EVER MET. FIRSTLY THERES THE WAY I LOOK, THERE ARE FEW PEOPLE WHO HAVE THIS BONE STRUCTURE, AND WHILE I AM OBVIOUSLY GENETICALLY BLESSED, A LOT OF IT IS TO DO WITH HOW I CARRY MYSELF, I KNOW I'M GOOD LOOKING AND CONFIDENT AND THIS APPEARS WHEN I WALK OR SIMPLE THINGS LIKE HAVING A COFFEE CAN STOP A WOMEN IN HER TRACKS. I HAVE DECIDED THAT I HAVE BEEN VERY SELFISH KEEPING THE SECRET OF MY CHARISMA INSIDE SO WILL START GIVING LESSONS TO ANY UGLY PEOPLE THAT NEED HELP. I AM A PERSON OF THE PEOPLE.

Thursday 29 May 2008

LA LLAMADA DE FRANKLIN

c) La llamada de Franklin

El hecho de que si no hubiese sido por la llamada de Franklin nada de esto hubiese ocurrido, era más que obvio. A pesar de ello, Marcos seguía obstinado en decir que en su caso no se había dejado influenciar bajo ningún concepto por la llamada de Franklin. Yo me seguía haciendo el dormido mientras que Antonio hablaba de aquella vez en que Franklin se empeñó en que todos nos subiésemos en aquel bote que terminó haciendo aguas, y lo que se reían las mujeres viendo semejante espectáculo desde la orilla del lago, y Franklin sujetando su cerveza, sobreponiéndola a su cabeza, mientras que poco a poco se iba sumergiendo, hasta que al final no quedaba más que la botella de cerveza, como si fuera la antorcha de la estatua de la libertad, y hay que ver lo que nos reímos todos más tarde cuando lo recordábamos sentados alrededor de la chimenea que había en la cabaña que Franklin alquiló. Y es que Franklin siempre estuvo a mitad de camino entre sus realidades y nuestros sueños, siempre un poco más allá, siempre como si a él nada le salpicase en la vida, como un y por qué no, y del otro lado estábamos nosotros, empujados a la compra de un tesoro que ahora no había manera de vender, y era por ello que cuando quedábamos todos juntos a cenar en casa de Antonio, Marcos se emborrachaba y de vez en cuando aparecía en medio del comedor ataviado con una toalla a modo de taparrabos, portando un escudo y una lanza que había cogido del tesoro. Y hay que ver lo que se enfadaba su esposa, recriminándole la irresponsabilidad, diciéndole que dejara la lanza y el escudo porque eran objetos de mucho valor y en la venta de ellos estaba gran parte del futuro bienestar económico que tanto habían anhelado, pero a Marcos le daba igual como cada vez que un sexto whisky pasaba por su garganta, y a Antonio y a mí pudiese que tal vez también, no sé si tanto por querer estar de parte de Marcos cada vez que su esposa le reprimía como porque realmente ya nos diera un poco igual el tesoro a aquellas alturas en las que ya no sabíamos qué hacer para tratar de venderlo. Pero lo que es seguro es que la llamada de Franklin fue fundamental a la hora de entender la compra del tesoro de las Minas del Rey Salomón. Probablemente me atrevería a decir que fue, sino la causa principal, la segunda causa más importante. Claro que Marcos seguía diciendo que no, decía que para él la causa principal no había sido todavía nombrada, y que por si no lo sabíamos no era otra que la pura nostalgia. Marcos estaba seguro de que la principal causa por la que se había comprado el tesoro era la pura nostalgia. Pero nostalgia de qué?, le preguntamos. Pura nostalgia, contestaba él. Pura nostalgia y por no tener nada mejor que hacer.

Wednesday 28 May 2008

Se compra un tesoro. Por qué se compra el tesoro?

a) Como inversión
Como una inversión de futuro o como una inversión sentimental? Pero qué era una inversión? A que llamaba Marcos una inversión? Inversión financiera? Inversión a la que se le ha de sacar partido o rentabilidad? O inversión emocional? Invertir en un tesoro como quien invierte en un disco o en un cuadro al que apreciar cada día. Se compra un tesoro o mejor dicho, se compra el tesoro de las Minas del Rey Salomón para ponerlo en una estantería o en una sala privada con el fin de poder mirarlo especialmente en las tardes que uno se siento solo, y hay que ver lo que reconforta el simple hecho de apreciarlo. A Marcos se le saltan las lágrimas, le invade la paz y finalmente, le hace sonreír. Tras ello se da cuenta de que el tesoro le es rentable ya que ahora la vida tiene sentido, ahora ha logrado capturar la belleza, la vida como un círculo.


b) Por curiosidad. Que pasa si se compra un tesoro? Se aprecia menos que si se encuentra tras buscarlo con gran esfuerzo?
Otra causa de la adquisición del tesoro de las Minas del Rey Salomón había sido la mera curiosidad. Los tres personajes se habían preguntado repetidamente si la adquisición de un tesoro por la vía monetaria reduciría el disfrute del mismo. Marcos era de la opinión contraria y con la compra del tesoro quería demostrar a sus compañeros que no iban a disfrutar del tesoro menos de lo que lo disfrutaron Quatermain, Sir Henry y el Capitán Good. La teoría del: Tesoro = Viaje al tesoro. La sabida teoría que apoya la opinión de que el tesoro es en realidad el viaje hacia la adquisición del mismo, la aventura de encontrarlo, y no el tesoro en sí, que generalmente solo sirve de fondo para las letras de crédito que anuncian que el director de la película se llamaba Renato y que uno de los personajes se apellidaba San Martín, y que agradecemos mucho la ayuda prestada al Ayuntamiento de La Iglesuela del Cid por haber sido tan majos con el equipo de grabación y por habernos dejado rodar en las eras del pueblo que por cierto, en la película es todo una playa. Marcos opinaba que la teoría de que un buscador de tesoros no tenía sentido una vez que había encontrado su tesoro, era verdadera, y que por lo tanto, al comprar el tesoro no disfrutarían menos que si lo hubiesen conseguido a través de hazañas perdurables en los libros de historia, sino que al igual que unos aventureros, disfrutarían lo mismo, o sea, nada, porque aparentemente los tesoros no se disfrutan ya que el tesoro equivale al final de la historia y después del The End uno tiene que buscarse la vida de otra manera.

Y DE HOY NI HABLAMOS

SOBRE LA MANERA DE SER DE MARCELO EL VIDENTE

De Marcelo solo se podía hablar en tercera persona. Su terquedad y su gusto por las pausas antes y después de cada frase recitada hacían de él un tipo del que sólo se podía hablar en tercera persona. No le gustaban los coches, ni siquiera los de carreras, era de andar repentino y de horario fijo. Lo primero que manifestó a su enfermera tras haber despertado del coma y haber sabido que ningún autobús había sufrido ningún accidente, fue que el accidente lo vio claramente y lo predijo, pero que lo que no vio tan claramente fue la víctima del mismo. Los poderes de ver el futuro los tenía, lo que pasa es que había que depurarlos, pero cómo depurarlos? Como se hacía eso? Como podía saber él, un tipo normal y corriente, como depurar una virtud como la que poseía. Adonde ir cuando uno sabe que puede leer en el más allá pero necesita perfeccionar sus técnicas de lectura? Acaso existían escuelas para videntes? Sería cuestión de mirarlo, pero seguro que sí, a estas alturas por haber había de todo. Podría mirarlo en las Páginas Amarillas. Acercarse a un bar, pedir un café expesso, especialmente después de haber estado dos semanas privado del mismo durante la estancia en el hospital, pedir también un cognac, y buscar en el listín el número de algún tipo de academia donde y bajo la supervisión de un maestro aventajado poder profundizar y perfeccionar en el arte de la predicción.

TENGO LA BOCA SECA

SIN TITULO

Cúmulo de palabras = Escasez de aire




EL TESORO NO SE VENDE, NO CUAJA EN EL MERCADO

Marcos dijo que no había nada peor que no saber que hacer con un tesoro. Yo me hacía el dormido y Marcos veía la tele. El tesoro constaba de numerosas piezas de oro, lanzas, escudos con metales preciosos incrustados, estatuas, altares, y dos magnificas ollas, las cuales estas últimas, tenían más valor por su origen y antigüedad, que por ser dos simples ollas en sí. El tesoro no se vendía. Después de haber utilizado todos los canales de distribución posibles, desde subastas, venta directa, anuncios en el periódico, canales online, etc, nos habíamos percatado de que no había manera de venderlo.

Sunday 27 April 2008

Yo hoy no puedo .....

Luis se negaba a la vida, como quien rechaza una copa de coganc malo .... buscando excusas accesorias , perifrasis de lo evidente.... Poco a poco se encerraba en un mundo cada vez más pequeño más egocéntrico.... Y todo esto sucedía sin pausa pero sin prisas . Un "yo hoy no puedo", un largo "noooooo" de oes suspendidas en el aire con aire de ausencia, de quizás mañana ...

Hasta que de pronto la vida despertó ....una mala digestión de una cena pesada .... una coincidencia en un viaje de trabajo ... un momento de duda.

Ni siquiera él lo sabia con certeza lo único que tenia claro es que ahora todo lo que le rodeaba antes gris ahora brillaba con luz propia , casi le dolia tener los ojos abiertos .... no dudo en arrancárselos no tenia ninguna que ese repentino despertar solo era un accidente en una tranquila existencia

Simply words like i love you .... drink my blood like a glass of wine

Wednesday 9 April 2008

MARCELO EL VIDENTE

No hay en este mundo nada más espantoso que tener el don de poder vislumbrar, en un instante, acciones que sucederán en el futuro más cercano. A mí nunca me había pasado. Nunca pensé que fuera una persona más sensible de lo normal. Es más, siempre me pareció lo contrario, siempre creí que mi cuerpo era un armazón que no dejaba entrar ni salir cualquier vestigio emocional o psíquico. Yo siempre había pensado ser un chico de piedra, de rodillas puntiagudas, de codos duros, raspados. Hasta que el otro día, cuando salí del trabajo para ir a comer, conducía por la carretera que llevaba a Ashford, y al cruzarme con aquel autobús y distinguir perfectamente la cara con todos sus rasgos del conductor del mismo, el corazón se me vació por dentro, y desde entonces y hasta el accidente, no pude dejar de mirar por el espejo retrovisor como ese autobús se desplazaba hacia el fatalismo.
Lo espantoso del hecho no tiene nada que ver con la impotencia que siente uno al saber que algo horrible va a suceder y nada puede hacer al respecto. Esto no tiene nada que ver con historias de héroes que se derrumban cuando no salvan a la chica en el último segundo, no. Lo que yo siento cuando en el paréntesis de un segundo vislumbro una fatalidad que está a punto de ocurrir, es más que nada miedo en estado puro. Simple y llanamente miedo. El miedo que no tiene forma, el horror que hierve en el pecho, el vómito de siniestro, el apagón en las entrañas. Es un miedo tan inexplicable como inexplicable es el don de poder ver lo que va a suceder a la vuelta de la esquina.
Cuando divisé a lo lejos al autobús circulando en dirección contraria a la mía, ya supe sin saber que algo no estaba bien del todo. Habían coches circulando delante del mismo pero yo solo veía al autobús. Un autobús viejo, conducido por alguien que rondaría los 30. Un autobús rojo y blanco que circulaba sin llamar la atención de nadie excepto la mía. Cuando pasó a mi lado, algo hizo que mis entrañas se tambaleasen, y fue como si toda la energía que yo poseía en ese momento, se fuese con el esfuerzo de la visión. Y es una visión que ni siquiera es visión en sí. Porque yo no ví el accidente con todo tipo de detalles. No se ve el hecho que va a suceder como si uno estuviese viendo una imagen filmada, no. Yo presiento que algo espantoso va a suceder, y en el momento en que aquel autobús pasó en dirección contraria a la mía, supe que ese algo que iba a suceder iba a ser un accidente. Cuando el autobús se cruzó conmigo, entonces si que pude ver con nitidez el rostro del conductor. Vi su cara despreocupada, sus arrugas, el deje de su piel, su frente despoblada, y luego pasó. Pasó y entonces concentré mi mirada en el espejo retrovisor por el cual ahora vislumbraba la parte trasera del mismo, alejándose de mí, y acercándose al fatalismo.
Pasaron cuatro horas hasta que desperté en el hospital. La policía me dijo que había sufrido un accidente espantoso y que me había salvado de milagro. Aparentemente, el hecho de haberme quedado pasmado mirando por el retrovisor a aquel autobús, había provocado que me saliese de la carretera y chocase violentamente contra la esquina de una casa. Pregunté por el autobús y nadie sabía nada de ningún accidente.

SALCHICHAS DE POLLO - RESTOS

Yo encuentro, y a veces me lastimo, y desoyendo el refrán que se labra en mi envejecer, me desdoblo y las palabras sufren una especie de metástasis, cogen frío y se mudan de ropa. Se cambia de calor, se tuercen, y a veces es el eco de la gente el que me hace saltar de la silla de madera. Los pasos por la calle mojada, las pisadas de barro, los cartuchos calientes, el run run del pueblo, los ojos de la ciudad, el sabor a tabaco y mentira.

LAS MINAS DEL REY SALOMON II

....es por ello que me supo fatal que Antonio llamase para decir que el tesoro de las minas del Rey Salomón no cabía en el garaje de su casa. Hacía una semana, estando en Estocolmo, habíamos hecho el cubicaje del mismo y sobre el papel cabía de sobra. Luego resultó que las medidas que nos había dado no eran del todo correctas ya que estaban sacadas de unos planos viejos en los que no se había hecho constatar unas reformas que dividieron el antiguo garaje en dos estancias. Era por ello lo de mi enfado. Por ello y por saber que a Adriana no le iba a hace ninguna gracia el que yo tuviera que meter dos de los cofres del tesoro en nuestra casa. Y eso que Adriana es una mujer apasionada. Es una mujer de bostezo pequeño y labio circunstancial. Me quiere y yo la quiero a ella. Y cuando hablo de querer hablo de amor del de verdad. Amor con instrucciones, amor con pruebas, amor demostrable. Nada que ver con el amor frente a la posibilidad de una soledad o una vida sin Maria de. Adriana y yo compartimos un amor maduro que va más allá del compartir. Y eso que a ella le fastidia de sobremanera que yo utilice el adjetivo maduro. No le gusta del mismo modo que no le gusta la idea de que yo quiera subir al diván dos baúles llenos de metales preciosos. Y a mí me revienta hacer enfadar a Adriana.
Pese a ello, en el garaje de Antonio solo pudimos meter 4 cofres, 5 estatuas, 14 lanzas de oro, y dos altares. El resto lo tuvimos que dividir entre el diván de mi casa y la bodega de Marcos. Yo me llevaría los dos cofres restantes y Marcos las dos ollas gigantes.
El hecho de que Adriana no se encontrase muy bien no ayudó a la hora de convencerla de que tenía que subir dos cofres llenos de metales preciosos al diván. Además, me dijo que los tesoros incomodaban, que ocupaban mucho sitio y eran difíciles de guardar, y además, cada vez que uno iba al teatro, al cine o tomar algo era imposible disfrutar porque siempre se andaba con el alma en vilo pensando en que alguien te iba a robar el tesoro. Los tesoros incomodan, me repitió varias veces a la vez que ponía la cafetera, o se sentaba en la hamaca, o se quedaba de pié mirando sin dirección concreta, mirando sin mirar y retorciéndose cualquiera de sus tirabuzones. Me dijo también que cuando era pequeña y veía alguna película de piratas en la que se encontraba algún tesoro, ella se preocupaba mucho porque pensaba en los problemas logísticos que iba a conllevar el traslado del mismo desde una isla perdida del caribe hasta la tierra patria de los aventureros que lo habían encontrado. Y además la falta de seguridad, las casas en aquellos tiempos apenas tenían cerraduras de garantías, y luego estaba el problema de que los marineros no sabían mantener la boca cerrada y seguro que lo andarían contando de taberna en taberna, que fulano de tal había encontrado un tesoro en la isla de cual, porque él mismo había ayudado en la extracción del mismo, y que bien que nos vendrían ahora unas cuantas monedas de oro a repartir entre todos, y mira que si asaltamos la casa del señorito y arramblamos con todo, y del dicho al hecho había un plis plas, y entonces se echaban puertas abajo y se asestaban cuchilladas asesinas, y ya ves, todo por encontrar un tesoro, los tesoros incomodan, repitió, entonces incomodaban porque no existían los bancos y las casas no eran como las de hoy, y lo mismo incomodan ahora porque uno siempre anda con miedo a perder lo que tanto le costó. “Pero tampoco nos costó tanto”, argumenté yo. Además, el hecho de poseer el tesoro de las minas del Rey Salomón, para mí era una inversión, no una posesión material. Para mí era algo vivo, algo que iba a crecer, algo que se iba a convertir en otro algo, y no un objeto de codicia. Y además de una inversión, estaba la curiosidad que tanto Antonio, Marcos y yo, compartíamos por descubrir el qué pasaría cuando se compra un tesoro. Que pasaría con la teoría de que una vez encontrado el tesoro la vida ya no tiene sentido porque el sentido de la misma era el camino? Que pasaría con el y ahora qué? Que hace un buscador de tesoros una vez que ha encontrado su tesoro? Busca otro? O disfruta del mismo? Sería un buscador de tesoros capaz de disfrutar de un tesoro encontrado, o mataba el fin la historia posterior? Qué pasaba después del fin? O mejor dicho, que pasaría si la historia comenzase desde el final? Esa era una de las razones por las que habíamos comprado el tesoro. Queríamos empezar la historia al revés, y para ello que mejor que comprar el tesoro de las Minas del Rey Salomón directamente y comprar con ello también todo e esfuerzo llevado a cabo por Sir Henry, Quatermain y el Capitán Good.

Thursday 3 April 2008

PEQUEÑO PASO


Aquí empieza la vida de este blog ....

Estupendo invento el de la salchicha de pollo no tan genial como el sandwich.... pero igualmente valios




Breve recomendación literaria:
Podéis encontrar la biografía del conde de Sándwich(  inventor del sandwich ), en el libro "Como acabar de una vez por todas con la cultura,Woody Allen"


Sus contactos con los embutidos, la acusación de robar pan para realizar experimentos antinaturales con él, tres años de estudio del queso...Vivimos con él su primer fracaso: dos trozos de pan y encima de ellos una loncha de pavo, años más tarde, vuelve a fracasar con dos trozos de pavo con una rebanada de pan en medio.El cambio del pavo por el jamón es debido a los problemas económicos que sufre a causa de los fracasos.Acabará inventando el sándwich tal como lo conocemos e incluso años más tarde creará la hamburguesa.