Sunday 13 July 2008

REPARACIONES EN EL JARDIN

El mero hecho de que no supiéramos qué hacer con el tesoro se nos antojaba como la metáfora de qué realmente no sabíamos que hacer con nuestras vidas. El tesoro se compró en primer término como algo que nos fuera a empujar a los tres a una cascada de acontecimientos que se precipitarían por diversos cauces, como por ejemplo las quejas continuadas de Adriana por haber acometido tal empresa, hasta finalmente desembocar todos en un solo cauce que traería consigo acciones coordinadas en una sola dirección, todo fluiría por un mismo hilo que cada vez se estrecharía más hasta converger en la unidad total de acción y pensamiento. El tesoro se compró como quien compra una bomba que hará estallar todo por los aires para luego desembocar en un remanso de paz y tiempo. Para arreglar una catedral que sucumbe a la mediocridad se derriba sin avisar y luego se deja uno llevar por los acontecimientos posteriores con la total convicción de que de una manera u otra le llevaran al orden y al sentido. Miriam y Adriana entraron al salón portando una viga de madera y herramientas y nos pidieron que alguien abriese la puerta del jardín porque no les quedaban manos. Marcos se levantó de malagana con una taza de café en la mano y les abrió la puerta para que pudiesen salir y empezar con las reparaciones de la tapia que se había hecho añicos el día de la tormenta. A mí me dolía el estómago y Antonio se oponía a la idea de hacer más café

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