Tuesday 19 March 2013

Crímenes Ortega - Ambos Mundos

Paco Ortega juguetea de manera inconsciente con un mechero. Está en medio de una conversación y parecen ser sus dedos de manera independiente y no él quienes toquetean el mechero llevándolo a través de un slalom entre falanges. Paco Ortega está metido de lleno en la conversación. Ha dejado de culear en busca de la posición perfecta. El lugar es una pensión llamada “Ambos Mundos”. El sonido de la Plaza del Pilar se deja caer entre los ventanales abiertos. La pensión está llena de luz artificial. Son bombillas viejas que dan más calor que luz. Paco Ortega dice que el mayor problema de Crímenes Ortega como negocio es la credibilidad y luego también la incomodidad del mensaje, por ese orden. Su interlocutor lleva el pelo peinado a raya con exactitud milimétrica. Cada hebra de pelo en paralelo perfecto con la siguiente.
Esto es como muy victoriano, sabe usted…
La muerte en general vende poco. Cuando asistida por manos profesionales vende todavía menos. Es algo necesario pero mal visto. Muchos clientes solicitan discreción. Reuniones no ya en la sede de Crímenes Ortega sino en bares de barrios de la periferia donde ningún conocido pueda coincidir. Sitios como la pensión Otros Mundos.
La profesión de matar por encargo siempre ha estado relacionada con gente que habla con la boca de medio lado, fingiendo toser, con miedo escénico, gente con prisas
¿Se ha enterao usted de todo lo que está pasando en el Vaticano?
Paco Ortega se sentía incómodo teniendo a aquella gente en la mesa de al lado tan cerca de ellos. Las conversaciones saltaban de mesa.
El hall de la pensión Ambos Mundos no es un hall ni un lobby, es un cuarto de estar donde se han repartido sillones y sillas alrededor de tres mesas camillas.
En el Vaticano hay túneles y pasajes secretos
Paco Ortega tiene mucho interés en la conversación con el hombre del pelo arado. Ha estado esperando meses. Un hombre capaz de reflotar el negocio. Un hombre que le va a dar posibilidades, nuevas aperturas, distintos programas de marketing.
Marketing lo que se dice marketing no es, dice.
Paco Ortega tiene tanta necesidad de escuchar el mensaje del consultor que le es difícil concentrarse en el mensaje. El hombre está sentado enfrente y pese al calor de las bombillas no suda. Paco se recuerda a sí mismo lo importante de la reunión y la necesidad que tiene el negocio de las ideas de aquel hombre y todo ello no hace sino dificultar la escucha.
A hora se le ha metido una canción en la cabeza, una canción vieja, una ranchera que les había oído cantar a sus padres.
El hombre del pelo a raya dice que la necesidad del producto no garantiza nunca el éxito. Lo único que garantiza el éxito es la marca. Pregunta si Paco consideraría cambiarle de nombre a la empresa
¿Qué tiene de malo Crímenes Ortega?
A mí ni me va ni me viene. Esto es para el archivo, para el reporte, para mirar los por si acaso una vez me vuelva a Madrid. A mí ni me va ni me viene, yo cobro lo mismo.
¿Cree usted que el nombre tiene la culpa?
Yo no creo ni dejo de creer. Un tipo que se peina como yo, usted cree, con todos mis respetos, ¿qué me importa lo que opine o deje de opinar?
Lo de Crímenes Ortega se lo puso mi padre, en el cincuenta y tantos, en Yumbo, al norte de Cali, aunque yo, Colombiano lo que se dice Colombiano no soy. Míreme usted, ni la pinta tengo. Si acaso la poca estatura.
El sofá parecía demasiado grande cuando Paco Ortega estaba sentado en él. Un sofá de un rojo tirando a granate que parecía hecho con alfombra desgastada. Un sofá de moqueta vieja. Un sofá que daba repelús. Paco había sugerido abandonar la pensión y sentarse a una mesa en cualquiera de los bares de la Calle Alfonso. El hombre del pelo a raya, yo, no tenía necesidad de moverse de allí.
Se me seca la boca de tanto seguir
Usted de Colombiano tiene poco
Ni la postura con la que me pongo de pie, ya ve usted
¿Lo de la clínica y la eutanasia cómo y cuándo se le ocurre a usted?
Hay ciertas cosas de las que no me gusta hablar en según qué sitios

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