Wednesday 27 February 2013

Instrucciones para morir con muy poca dignidad

Lo primero que hay que hacer mientras se está en el lecho de muerte es llorar de manera quejica como lloran las niñas de seis años no tanto porque se han hecho daño al golpearse la frente con la puerta sino porque quieren llamar la atención. El llanto en sí ha de ser más un quejido que un llanto. Si se puede fingir problemas respiratorios el mensaje calará todavía más. También conviene estar sudando aunque no se sude y revolverse en la cama como si se padeciera un dolor de esos que no se sabe de dónde proceden pero que duelen lo mismo. Mientras uno se queje amargamente se ha de tener cuidado de no cruzar miradas con los familiares que lo estén velando. A poder ser no mire de reojo, concéntrese en los espasmos fingidos y en el miedo a una vida desperdiciada. Tampoco es conveniente sacar a relucir temas concretos que a uno le atormentan, o sacar a relucir arrepentimientos que a esas alturas no llevan a ninguna parte. De más está decir que mensajes como el dile a Sofía que la quiero o dile a Maximiliano que lo perdono no harán sino poner en entre dicho la poca dignidad con la que se quiere morir. Tampoco se deben dar órdenes sobre cómo se quiere ser enterrado ni detalles como el tipo de ataúd o recordatorio. Si se quiere morir con poca o ninguna dignidad vale la pena volverse cristiano minutos antes de que la muerte golpee, rezar un Ave María, encomendarse al señor, suplicar el perdón eterno. Bajo ningún concepto se debe pedir agua o cualquier cosa que pueda aliviar los minutos finales. Mirar al techo de la habitación como si uno estuviera poseído tampoco lleva a ninguna parte.

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