Wednesday 27 February 2013

Instrucciones para vomitar en un cine

Es fundamental echarle la culpa al acomodador. Échele la culpa y hágale sentirse mal lo primero por las ropas que viste, luego por el puesto de trabajo que desempeña, las pocas ganas de vivir que tiene y sobre todo por el hecho de que siga visitando a su abuela dos veces por semana. Échele la culpa primero, delegue la responsabilidad que supone vomitar en un lugar público como un cine y trate de hacer el menos ruido posible. La acción de vomitar en sí debe de ser lo menos gutural posible. Si el esfuerzo de vomitar le hace llorar no se preocupe porque la oscuridad de la sala independizará de alguna manera las lágrimas. No se concentre usted en el vomito en sí, no piense ni en lo que merendó o cenó, ni mucho menos en la compañía de la que disfrutó mientras comió lo que ahora se vomita. Si el vomitar le produce algún mareo fíjese en las luces rojas del suelo, cuente las filas de butacas, deduzca en que número de butaca está sentado y sobre todo haga caso omiso del significado de los diálogos que se escuchan por los altavoces del cine. Piense en alguien lejano, en un tía que vive en Alicante y de la que nunca volvió a saber después del episodio de hace tres navidades. Si se vomita en un cine ha de hacerse desde la colectividad que supone ser uno del público. Cuando se vomita desde la butaca en la que se está sentado, desde la fila decimosegunda, no se vomita como un Manolo de Dios Román o como una tal Jacinta Quiroga, se vomita como público en general, es un vómito de cliente, un vómito que acarrea menos responsabilidad que si fuera el vómito de alguien que está aparcando y de repente le viene la nausea y hace falta detener el Peugeot y abrir la puerta y agachar la cabeza a la altura del chasis. Cuando se vomita en un cine es tan imprescindible responsabilizar al acomodador como lo es no salpicar en las palomitas del que se tiene al lado. Vale más vomitar durante la primera parte de la película, antes de que llegue el nudo y el desenlace. Si en la película salen actores como Al Pacino o Jack Nicholson la vomitina en sí pierde categoría de manera proporcional al talento de los actores. Si se vomita durante un diálogo que tiene que ver con la pérdida de un ser querido, el vomito gana enteros. Nunca es saludable vomitar mientras alguien tose o se suena los mocos. Si uno se quiere juagar la boca después del vómito, no use la misma paja por la que bebe su novia del litro de Coca Cola que le compró al entrar al cine.

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