Sunday 17 February 2013

Ambrosio Maidana “El Chino”

Hablamos de Ambrosio Maidana “El Chino” quien en su día formó parte de la famosa banda de ladrones que ejecutó a la perfección lo que a posteriori se llamó el robo del siglo, en la sede del Banco de Crédito e Inversiones en el Paseo Huérfanos (Santiago de Chile), con la particularidad de que finalmente Ambrosio no participó del robo ya que instantes antes de la ejecución sufrió un ataque de dudas que le llevó a abandonar la empresa cuando a punto estaban de empezar. Se echó atrás a las 8:15am, unos diez minutos antes de que Julio, Quiroga, Martina y Johnny tirasen abajo el último tabique, el que conectaba con el baño de empleados de la planta baja del banco. El taladro rugía y entre tanto polvo y tanta oscuridad y tanta necesidad, a Ambrosio le vino un ataque de ansiedad, pensó en negativo, se vio a sí mismo entre rejas, vio la cara de sus padres, la cara de sus hijos y su ex-mujer y tuvo que tirar el taladro el suelo. Ante los gritos de sus compañeros de crimen dio muy pocas explicaciones, ni siquiera las justas. El túnel le daba claustrofobia, dijo. Se encogió de hombros, se dejó zarandear, permitió que le abofetearan, y salió por donde había entrado.
Luego el atraco fue un éxito en toda regla. Se llevaron el dinero y todavía hoy siguen libres, en paradero desconocido (posiblemente en el trópico), disfrutando de una vida amortiguada por el lujo y el hastío.

Ambrosio se hizo famoso por la oportunidad perdida. A veces le contratan en bares donde cuenta la historia, donde habla de la mala suerte de haberse echado atrás, de lo que fue y lo que pudo haber sido, el divorcio de su familia por la falta de huevos (su padre le retiró la palabra), las canas extras producto del fracaso, un cierto tipo de acné pos-juvenil, terquedad, mala leche, anacronismos, falta de motivación hasta para levantarse de la cama, sensación de que todos días son iguales de malos, ausencia de substancia y mujeres con las que follar no ya en la intimidad sino en cualquier sitio. Ambrosio se pone delante del micrófono en el Bar Puebla y habla de un Chevrolet descapotable en el que había fijado sus intenciones para después del robo. Habla de ciertos trajes de marca, de una casa con vistas al mar, de un negocio de alquiler de tablas de surf, de una chica a la que le hubiese propuesto compartir fuga y botín a partes iguales… Habla como quien perdió el número de lotería que luego le tocó al vecino. No cuenta detalles de quienes fueron sus compañeros de banda, esa es la única estipulación. Hay quien dice que lo poco que tiene, con lo que come y se viste, proviene de esa banda en paradero desconocido quien le envía lo justo a cambio de que no largue nada.

Ambrosio está sólo pero eso no le impide dejarse caer por ciertos bares y contar lo que no fue.

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