Que Salchichas de Pollo cuente
con una delegación en Zaragoza es poco sabido. No es algo que se escuche en
conversación proveniente de la mesa de al lado de cualquier café de la Calle Vergara
de Madrid, en el barrio de Opera. No se suele dejar escuchar entre el sonido instantáneo
de cualquier bar de Madrid, la nube sonora que en dos segundos y medio puede
aglutinar un estornudo, el ruido de la taza y el plato, el café siendo molido,
las patas de la silla contra el suelo y una frase muy concreta que viene de
cualquier conversación de cualquier mesa y que habla de la delegación Zaragozana
de Salchichas de Pollo. No suele pasar. Y por tal desconocimiento a la gente tal
vez le suene raro que dos integrantes de esta santa casa, llámense Andrés
Ibarra y María José Cuesta, partieron de la delegación de Salchichas de Pollo
en Zaragoza un 2 de Noviembre con destino a Santiago de Compostela para
investigar la posible presencia de los Cátaros en dicha ciudad, en un periodo
comprendido entre marzo y junio del año 2021.
Andrés se
apresura a decirnos que los Cátaros no se pueden entender sin la presencia de
Roberto Tucci de Medinaceli. Roberto Tucci fue algo más que el alma de los Cátaros,
nos dice Andrés. Roberto fue, junto a su primo Miguel, el fundador.
La
investigación supuso recorrer muchos bares, hacer muchas preguntas, hablar con
emisoras de radio, con grupos culturales, con asociaciones musicales. Una camarera
del bar Escondido se encogió de hombros al principio y luego dijo que allí no
podía hablar pero que si la esperaban a que terminase su turno podrían quedar
fuera y les contaría. Quedaron en un café de taxistas a altas horas de la noche,
casi de día. La chica pidió churros, todos bebieron café. Tras hacerse las
introducciones de rigor, la chica juró haber visto a los Cátaros en Santiago de
Compostela. Dijo que tocaron en directo en los bajos de un local de la Calle Queiroz.
¿Con Roberto al bajo? Sí, Roberto cantando y al bajo, su primo guitarra y luego
Maite en teclados y el Peruano a la batería. Yo vi a los Cátaros, contó la
chica. Eran ellos, en Santiago, y si no que me muera ahora mismo.
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