Friday 26 April 2013

Por qué llamarse Ernesto y otros principios básicos para vivir en armonía con uno mismo

Capítulo 1 – El legado de la razón

En 1520 Hernán Cortés hizo lo que él creyó oportuno había que hacer y así pasó lo que pasó en Tenochtitlan. Uno piensa en Cortés, aquí y ahora, en 2013, y a bote pronto piensa en negativo. Piensa en masacre, en sangre derramada, en dolor y esperpento. En el oro y las condecoraciones y los títulos nobiliarios se piensa más tarde, a las 4 o así. En 1520 Cortés entró en Tenochtitlan y uno aquí, después de leer diversos tomos históricos encuentra que de las muchos escritos vertidos al respecto (con diferentes encuadernaciones), y de los cientos de textos sobre la materia, ninguno habla de elementos físicos formales (la manera de apoyar los pies al sentarse) del personaje. Debido a ello hoy sabemos lo que hizo Cortés pero no sabemos cómo lo hizo. No sabemos si cuando gritó “A por ellos” lo hizo torciendo el extremo superior del labio, o hincando los hombros, si echó la pierna derecha hacia delante, o si comandó en voz alta o a grito palao. Esto es materia oscura literaria. Es lo que no tiene que ver ni con el mensaje, ni con la acción, ni con el argumento, ni con el destino de la historia. Es la forma dentro de la forma, el polo opuesto de las cosas. Literatura invertebrada, microscópica, quántica. Es algo tan minúsculo (la forma con la que el personaje se rasca el brazo si es que le llega a picar alguna vez durante las 300 páginas que dura el libro), algo tan infame e incoloro, que precisamente por ello es completamente necesario. Esta especie de materia oscura literaria (la manera precisa con la que el personaje se ha atado los cordones de los zapatos antes de que apareciese en la primera página del libro ya vestido y a mitad de terminarse el café), es necesaria porque de alguna manera sujeta por dentro a los personajes que luego hablan y empuñan pistolas que matan al malo. Sin la manera de rascarse de uno luego no hay otras maneras. Uno se rasca el brazo lo mismo que dice I love u. Esto no se elige, viene dado. Sin la cara no existe la moneda.

En 1520 Cortés entra en Tenochtitlan sí, eso ya lo sabemos ¿Pero se tuvo que rascar el tobillo en algún momento del lance? ¿Se había levantado con dolor de garganta? ¿Andaba raro por haber dormido en mala postura?

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