I imagined people at breakfast, people who know each other intimately, probably a husband and a wife, speaking in unfinished sentences, in grunts, in coughs, as people do, particularly at that time of day. And I wondered what it would be like to sit down at that kind of dialogue, in which sentences are rarely completed and thoughts are rarely followed up and one person is not really listening closely to another. That’s all I had. And that’s when I began writing - Don Delillo
Wednesday 21 September 2011
SILUETA DE ESCAYOLA
Para salvar los muebles hacía falta escoger margaritas de látex, hacía falta pisar según qué tipo de alfombras. Las calles azoradas se convertían en suplemento de oxígeno y pulmón, en sobrevuelo de mota de polvo y salvación a 30, 60 y 90 días. Se aplicaba adrenalina en lugares poco comunes y remedios eran otorgados por videoconferencia. Se divisaba un paisaje de sobaco roto a la hora de la tapia blanca donde la sargantana merodeaba en torno a una especie de abdicación, a un cantar paralelo a la desgana que subsistía en el barrio que era el contexto de aquella vida, el paisaje de grasa vegetal y carne gruesa. La cresta de ojos azules salpicaba de tanto mirar. Las puertas de mueble antiguo, el oscuro de los tapizados y el reflejo profundo que ofrecía el barniz. El olor a tinaja y comida en conserva resonaba en los ecos de bodegas sordomudas. El vitalismo y el optimismo carecían de salsa. La vida en un piso noveno con ventanales con rejas y con cuidado de no derramar calcetines centrifugados. Los hipódromos se llenaban de escasez de sonrisas mulatas. La paciencia dormitaba apoyada en la suspensión de un tiempo hecho a base de chatarra y excepción
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