I imagined people at breakfast, people who know each other intimately, probably a husband and a wife, speaking in unfinished sentences, in grunts, in coughs, as people do, particularly at that time of day. And I wondered what it would be like to sit down at that kind of dialogue, in which sentences are rarely completed and thoughts are rarely followed up and one person is not really listening closely to another. That’s all I had. And that’s when I began writing - Don Delillo
Monday 9 January 2012
EL TELEPÁTICO PODER DE LA CARNE AHUMADA
Los zapatos en el trastero y la casa por barrer, decía nuestra santa abuela quien solía sentarse en el corral, en la silla de mimbre, a pelar judías verdes. Luego por las tardes jugábamos a la Fuga de Logan y ya a la noche comíamos bocadillos de Nocilla con jamón de york. Nunca jugábamos al Señor de los Anillos ya que por aquel entonces desconocíamos la existencia de semejante trilogía. Jugábamos a indios y vaqueros, a vacas, a pie tute re-tute, y de todo aquello nos viene ahora esta aprensión por la comida enlatada, por la ensalada de frutas y los tentempiés de agosto, léase el gazpacho de Huelva, el salvoconducto tropical, el mordisco del pez mesa-camilla. Solíamos llamarnos usando nuestros nombres de pila. Hablábamos en voz alta y se nos clavaban astillas en el dedo pulgar. Nos manteníamos ajenos a cualquier tipo de alimento que hubiese sido embadurnado en mahonesa. No nos gustaba que el pimiento rozase con la chuleta o que las noches de agosto vinieran sin pelar. Ahora miramos hacia adelante y pensamos sin más remedio en gente como Cesar Vallejo, en el Obispo Elías y en toda la puta madre que parió al cordero
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