Tuesday 3 July 2012

MATI

Martin no consideraba a Matilde. No se ponía a pensar en Matilde. No juzgaba aquellas llamadas como no juzgaba sus prolongados silencios ni el sentimiento de que tal vez no había venido a este mundo para ser madre. Ella que tan pocas veces había sentido el instinto maternal y sin embargo, especialmente aquellos domingos por la mañana cuando se habían ido los cuatro a desayunar empanadillas al Café Dreyfuss done el dueño, Barry, les ponía Blue In Green tan a destajo, tan a contrapelo, tan música incapaz de asentarse o sobrevolar un domingo por la mañana. Y aquello a Barry le hacía gracia. La risa de aquel hombre era inversamente proporcional al disgusto de Matilde. Y allí sentados, entre tanta empanadilla y teniendo a los niños como excusa, los niños como ambiente, como escenario, como contexto, allí había sentido Martin una especie de unidad, de sentimiento a poliedro, que muy pocas veces había sido capaz de explicar. Matilde nunca había sido una madre normal y corriente, eso lo supo él antes de que se quedara embarazada. Pero entre tanto humo y entre tanta niebla, él había visto granos de unidad, había percibido compatibilidad, polos opuestos, fragmentos de comunión, por mucho que a ella le gustase negarlo.

Su hora era sobre todo la madrugada, cuando le preguntaba por esa novia que se había echado, esa tal Carla, cuando quería saber si le había contado sobre aquellas conversaciones nocturnas. Matilde daba una calada profunda a su cigarro y en ese impase, al otro lado del teléfono, a Martin no le daban ganas de colgar pero sí de mandarla al carajo. Pero no colgaba. Se quedaba ahí ensimismado, contestando monosílabos, dejándose agarrar por el pulpo Matilde, mujer de tela de araña, mujer pinza, mujer de cuerda floja y nudo corredizo

No comments: