I imagined people at breakfast, people who know each other intimately, probably a husband and a wife, speaking in unfinished sentences, in grunts, in coughs, as people do, particularly at that time of day. And I wondered what it would be like to sit down at that kind of dialogue, in which sentences are rarely completed and thoughts are rarely followed up and one person is not really listening closely to another. That’s all I had. And that’s when I began writing - Don Delillo
Friday 21 October 2011
EL FIN DE LA VIOLENCIA DE ETA
En Salchichas de Pollo y sin que fuera de manera intencionada, de una forma u otra, siempre estuvimos ligados a la violencia. Violencia no ya física sino argumentativa, de parecer, violencia de opinión y también sexual (diferenciar de agresión sexual). Desapegados como siempre hemos estado de movimientos o posturas definidas en el terreno ideológico, sí que es cierto que en su día Salchichas de Pollo se manifestó a favor de conflictos bélicos tales como la guerra indo-pakistaní de 1947 (que no la de 1971) y también la Guerra de la Independencia de Eritrea iniciada en 1961. Desde aquí nunca desechamos la violencia como instrumento activo. Desechamos, cierto es, el vicio de la violencia, la carencia en la intención, el asalto físico en sí. Las bofetadas no nos gustan, eso ya quedó plasmado en La Declaración de Intenciones IIX del Séptimo Congreso que celebramos en Madrid, junto a un ya moribundo José Ortega y Gasset. Fue el mismo Gasset quien nos alumbró en el terreno de la agresión circunstancial. El final de la violencia de ETA muy poco tiene que ver con las Guerras Carlistas o con el sanguinario exterminio que los Caballeros Templarios sufrieron a manos de la Iglesia
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